lunes, 9 de abril de 2007

Anatomía de una tijera

Se levanta y va a buscar algo a su cuarto.

–Toma. Échale un ojo a esto.

“Esto” eran un montón de cuentos para niños y mayores que no quieren dejar de ser niños. Lleno de ilustraciones magníficas, y de historias aún más magnificas.

Me da un ataquito de placer. Al momento me abstraigo y me meto en el mundo de esos cuentos.

–Tengo más. Tengo un montón más, de hecho.

De hecho, me parece genial; nadar en la abundancia es un buen plan. Me detengo en uno de los suyos, de los suyos propios, de los que ha hecho ella.

“Anatomía de una tijera”

“La espera. Silencio.”


Flashazo. Se me viene a la cabeza aquella canción mía: “La ESPERA pondrá fin a tu esperanza, y, de nuevo, el SILENCIO” . Els habla de alguien que se llama PEZ, y recuerdo mi blog de “GENTE PEZ”, que más o menos venía a contar lo mismo que ella, y se esmera en definir el rojo, no como entendermos el rojo, si no como yo lo uso en mi libreta “ROJO”. Me resulta curioso.

Me asusto cuando leo y comparo.

ELS:
“Qué más da. Quedaremos como amigas de esas que a veces tienen sexo; pero puede que acabemos viviendo con nuestros maridos. Un día, dentro de muchos años, recibiré una llamada, oiré un lugar y una hora, y no necesitaré oír nada más. Sabré que eres tú, que te has comprado una moto con sidecar y que nos fugaremos a Nuevo México; nos cambiaremos los nombres y nos reuniremos con Telma. Entonces no me preguntaré cómo acabó nuestra historia, sino cómo vuelve a empezar.
Brindaremos por una nueva Madonna restaurada, y por los finales que vuelven a empezar.”


CHÁ:
“Avísame cuando le añadas un sidecar a tu moto. Cuando los extraños fundamentales dejen de ser extraños y se conviertan en aún más fundamentales. Déjame un mensaje de voz, un post-it en la farola de la esquina de mi calle o haz señales de humo. Dime hora y lugar. No hace falta que digas nada más, sabré que eres tú. Y entenderé todo lo que hace falta para coger la maleta y huir a Oklahoma contigo. Será Oklahoma porque siempre me gustó el nombre de ese lugar, desde que lo leí en ese libro que llegó a mi vida por casualidad y me marcó tanto, como suele pasar con las mejores cosas. Pero podemos cambiarle el nombre. Quizá pueda ser el nuevo b612. Quizá no necesite nada más que eso: tu compañía en un lugar extraño y alejado.

Haz que, por una vez, funcione el error de redundancia cíclica.
Haz que, el equilibrio sea posible fuera de la canción de Iván.
Sería un gran final no tener que hacer más preguntas.”


Els y yo tenemos un defecto, el de ser tremendamente idealistas. Y eso, en los tiempos que corren, equivale a ser idiota.

2 comentarios:

Carol dijo...

idealistas?... grandes joyas en pequeños frascos,creo yo...extraña coincidencia la de ser un frasco que comparte su suerte con otro,con un poco de suerte quizás termineis en una alacena, suerte!!

chá dijo...

Calla, calla... Nunca mais...