miércoles, 19 de diciembre de 2007

pffffff

quiero respirar quiero respirar quiero respirar quiero respirar ...

martes, 4 de diciembre de 2007

Poco o nada más

"..que te sirvan estas líneas pa que sepas que te quiero....
en esta situación sin nombre..."

(Antonio Orozco con Iván)

lunes, 10 de septiembre de 2007

Si tú me dices ven, lo dejo todo...

Hasta nueva orden estaré escribiendo en el blog del 19

http://manifiesto19.blogspot.com

Os espero por allí!!!

domingo, 12 de agosto de 2007

Con trocitos



Con trocitos de lo verde del jardín
hace enteras las mitades y las pega para mí
en montones de esperanza, en pedacitos de canción.
Si las coges me compones, eso es lo que creo yo.

Y con tanto y con tan poco, se hizo grande la ilusión,
se acercaron las distancias, dejamos clara la intención
de ser todo lo que somos, dos en uno y uno en dos...

Y es que tiene un corazón que no le cabe,
que se muere si le faltas,
que sólo entiende lo que dices si lo dices sin palabras.

Por eso siempre te persigue y sin pedirlo, te lo pide,
hasta se puede oir su voz haciendo tiempo en tus sentidos,
reinventando los motivos, y no sé decir, y no sé decir...

Con poquitos de las cosas que le di
hizo pequeños los males y los alejó de mí,
y aunque nunca fueron grandes, aunque jamás los entendí,
hoy los siento tan extraños que si me acuerdo sólo puedo sonreír.

Y con tanto y con tan poco, se hizo grande la ilusión,
se acercaron las distancias, dejamos clara la intención
de ser todo lo que somos, dos en uno y uno en dos...

Y es que tiene un corazón que no le cabe,
que se muere si le faltas,
que sólo entiende lo que dices si lo dices sin palabras.

Por eso siempre te consigue, y sin pedirlo te lo pide,
hasta se puede oír su voz haciendo tiempo en tus sentidos,
reinventando los motivos, y no sé decir, y no sé decir...

algo que suene con sentido, te pregunto y tú no has sido,
aunque adivino tu intención,
y sé que todo esto ha pasado porque estabas a mi lado
y me has traido esta... me has traído esta canción...
y no sé decir que no.

Yo te lo cuento y tú no me crees,
cierra los ojos, dime qué ves.
Ya irás saliendo de dónde estés,
vete un ratito, vuelve después.

Y yo te cuento y tú no me crees,
cierra los ojos, dime qué ves.
Ya irás saliendo de dónde estés,
vete un ratito, vuelve después.


(Con trocitos, Maldita Nerea)

viernes, 10 de agosto de 2007

ven a nuestro reino...

¿Qué pasa guayaberos gambitales?

No dejéis ni un día de vuestra vida de pasaros por el blog del 19:

http://manifiesto19.blogspot.com


que hay nuevas investigaciones tan interesantes como una alpargata.

Nos vemos por allí...

jueves, 9 de agosto de 2007

The Benders


“Me enamoré de ella, creo, en ese primer instante. No sabría explicar por qué. Quién lo sabe. Ocurre a veces, cuando los ojos de una persona no se limitan a mirarte, sino que te absorben, te introducen en un túnel donde sólo puedes abrazarte al vértigo.”

Abierto toda la noche, David Trueba



40 mg/día


Estoy congestionada. No porque no entienda el mundo ni el sentido de la vida, sino porque he pillado un catarro de órdago que se extenderá muy probablemente hasta que se me olvide cuándo empezó gracias a mis (no-tan-amados) cortis. Para colmo, tengo la ligera sospecha de que volverán a asfaltar mi calle, en agosto, como siempre, para que los olorcillos psicotrópicos del alquitrán suban sin piedad hasta mi habitáculo, situado en un primero...

Con lo cual el pelotazo, entre unas cosas y otras, está más que servido...

Soy el juguete de la fortuna.

Por lo demás, lo que me angustia ahora mismo como parte del 19 es saber si existen más dobladores que arrugadores, y las profesiones de éstos y, ya que estamos, a qué dedican el tiempo libre. Contra todo pronóstico, y tal y como vaticinaba Douglas Coupland, los dobladores suelen dedicarse a profesiones más artísticas, relacionadas con el diseño y tal.

¿estará relacionado el uso del papel higiénico con el código de Fibonacci y la divina proporción y por eso nos empeñamos en doblar con exactitud de máquina dobladora?

De momento, los dobladores (the Benders) somos más. Si alguno de vosotros sois arrugadores, no tenéis más que decírmelo, en pro de la igualdad frente a la batalla campal que haremos al final....

Lo que sí me ha quedado claro es que, normalmente, un doblador busca un arrugador como pareja y viceversa. Y que todos, al ver una foto de un individuo determinado, llamémosle X, haciendo su gesto habitual de hipocresía, desean fervientemente lanzarles cualquier objeto que sirva de arma arrojadiza...

Será por algún tipo de orden kármico.

A estas alturas del verano ya no se escuchan toses (que no sean las mías, claro, que voy un poco desactualizada...) así que “qué gustito pa mis orejas” o, lo que es lo mismo, capítulo cerrado, que para nosotras se queda...

Hay gente que quiere seguir siendo graaaaande graaaande graaaande... pero hasta el desfile de gigantes y cabezudos poco pueden hacer.

Nada más por este lado del mundo. Ya sabéis que estoy felizmente casada, así que se aceptan regalos en este nuestro humilde hogar. También sería conveniente ahorrar para pagarle a Jose una operación de pechos, que la última vez que entró al quirófano resultó no ser para eso y se llevó tal decepción que aún le cuesta levantar cabeza...

Amamos a Margarita, love&destroy...
Saludos...

martes, 7 de agosto de 2007

no estaba muerta que estaba de parranda

bueno, he pseudo vuelto...tendré internet temporalmente así que podré escribir, aunque no ando muy inspirada...

Sé que he estado desaparecida, pero la causa era buena...

Mañana intentaré poner algo.

Besos a los que me echaron de menos

lunes, 18 de junio de 2007

Explota explótame explo





Hoy no será un buen día para ti…

El miedo que tengo,
el miedo que tengo,
el miedo que tengo,
¿cómo no tenerlo?

Hoy es uno de esos días que estoy hasta el mismísimo de todo. Días en los que me siento idiota, con final establecido, predestinado a tomarme el pelo un rato y dejarme con cara de interrogante incrédulo.

Está claro lo que hay que hacer: paquete de tabaco y a rodar. Retraerse, abstraerse, erse, erse... hasta acabar en la quesera/burbuja/marina d’Or/vertedero de Sao Paulo/matadero clandestino que tengas más a mano.

No existe nada.
No existe nadie.
Tú no existes.

Hoy no es un día para hacer como siempre, para callar con miles de mamonadas lo que pasa por mi cabeza, para no hacerme caso, para no darme importancia. No, hoy no, hoy mi edad mental me coge de una mala hostia y me grita cosas a la cara.

Serás idiota...

Disculpa, no lo he oído...

Dilo ya...
Di lo que estás pensando...
Dilo ya...

Por todo y por nada, por nada y por todo, me retraigo y me voy. Es un cúmulo de pequeñas cosas. No quiero saber del mundo hasta que esté preparada, no quiero más que quesera/burbuja/marina d’Or/vertedero de Sao Paulo/matadero clandestino hasta que mi paciencia vuelva a tener paciencia y todo vaya pseudo en orden.

Explota explótame explo...brumm
explota explota mi corazón.

Resulta que yo también siento/padezco/tengo problemas. De alguien de veinticinco, de alguien de nueve, de alguien de treinta y nueve. Y que ya no los puedo callar más.

Adiós por un tiempo, espero corto.
Sabré arreglarlo.

Silencio o Smells Like Teen Spirit en mi cabeza.

sábado, 16 de junio de 2007

Premios 19 y punto

Ey, pequeños insensatos!!!

Os informo de que quedan convocados los

“PREMIOS 19 Y PUNTO”

de la secta más pop, el 19.

Podéis entrar cuando queráis pinchando ahí para ver cómo van las votaciones, incluso proponer candidatos/as y, tirando la casa por la ventana, hasta nuevas categorías.

Creo que todo el mundo debe comprometerse con este proyecto porque se elegirán a las personas más influyentes y decadentistas que ha parío madre y porque (abrid bien los ojos) SE SORTEARÁ UN SUGUS Y SE HARÁ ENTREGA DE UNA NARANJA GUASINTONA A LOS GANADORES.

Vespa Lifestyle



Nuestro modus vivendi...y que nos quiten lo bailao...

domingo, 10 de junio de 2007

Umm daba daba

Hace una temperatura perfecta para mí, que tiro más hacia el calor con brisilla. Para ti, quizás haga un pelín de frío, miro a ver si tienes los pelos de punta tendiendo a la hipotermia. Parece que sí. Te echo un brazo por encima y no consigo mucho, así que te muevo como una marioneta y te ríes. Nos miramos. Tienes los párpados más largos del mundo, y los labios más grandes que Yola Berrocal. Jugueteo con ellos. Pasas la mano por la hierba y tarareas (mm daba daba, daba daba daba umm daba daba)

Me atrevo a hablar.

- Es como si alguien no pudiese entender las normas. Por más que le explicasen, por más que tuviese en un panel indicativo reflectante las reglas del juego, y lo pudiese ver cada mañana, de camino a la cocina a por una onza de chocolate. Incluso podría estudiarlas, repetirlas de memoria, pero iba a estallar igual, sin entenderlas, sin aplicarlas.

Así pasan los días, y existe una especie de muro indestructible, inexpugnable, alrededor de cada idea, haciéndolas puras, imposibles de fusionar, impolutas...ideas salvajes acerca de cada cosa que envuelve las horas.

No, no puedes estar en el juego si no entiendes las normas, pero tampoco puedes irte del juego, así que ocurre lo que ocurre: no te intentes hacer entender, no podrán contigo, no intentes entenderlos, no podrás con ellos.

Lo mejor es dejarse llevar.
Hasta que...

- ¿hasta qué?

- De repente, haces algo y haces daño, mucho daño. Y, cuando quieres darte cuenta eres casi un acusado esperando en el corredor de la muerte con un mono naranja. Y eres lo peor por algo que ni siquiera entiendes qué ha sido. Eso sí, pagas tu condena elevada a la enésima potencia. Cuando alguien así hace algo, lo paga con creces, mucho más de lo que lo hace cualquier persona, es como si por coger una manzana del Carrefour porque te mueres de hambre te caen cincuenta años.

Es de tontos, simplemente, no has actuado como dicen las reglas, y eso ha pillado por sorpresa a todos, quizá ha habido desmayos colectivos o ataques de ansiedad múltiples.

Te has pasado y no sabes por qué.

Pero, no te creas, lo peor es al revés, viene ahora, cuando ocurre justo lo contrario. Tal vez lo normal sea putear al prójimo, confiar en intereses maleados a lo largo de la experiencia que da la vida, cambiar el chip, moverse...nunca hay que ser auténtico, visceral, salvaje. Es más bien...algo así como ser comedido y atacar en el momento de atacar, como si fuese una partida de ajedrez.

- Peón 5 Reina7

- ¿por qué? Sigo sin entenderlo. Tal vez sólo sea por aburrimiento, por vacío. No lo sé. Me cuesta pensar que sea así en realidad, pero es. Entonces...entonces, si alguien te hace daño, te destroza, y todo porque tú no entiendes las reglas del juego. Entonces desconfías, entonces te ensucias, y, sólo esperas que no sea por mucho tiempo, porque sigues sin entender las reglas... Las normas... Pero es que no te sale, no te sale, y todo es por ti, todo en ti es demasiado...bruto, auténtico, visceral, puro...

Y, así será siempre...es algo raro, es una pena o no, la verdad es que no lo sé. Pero no me gustan las normas, no me gusta mirar a alguien y saber qué hará mañana y en dos años, y en diez. Me gusta notar que estoy viva. Y, que la persona que está a mi lado está viva, aunque esté perdiendo el tiempo, nunca lo está perdiendo, siempre está viva. Pase lo que pase. Sí, eso es lo que me gusta. Y, ¿qué ocurre cuando se encuentran? Pues, puede pasar de todo aunque, generalmente creo que será divertido.

- ¿divertido?

- Sí, no sé, cada día se exprime al máximo. Al máximo siempre, es un ritmo frenético, casi exhausto. Al menos esas dos personas saben que, en su territorio, son ellas las que ponen las normas. Y eso es genial. Porque prefiero estar aquí más que en ningún otro sitio, porque tú y yo somos de ese tipo de personas...

- Y, ¿cuales son nuestras normas?

- ¿ahora mismo? Tirar gusanitos a las palomas.

- (me acaricia lentamente las manos...) ¿te acuerdas cuando nos dio por esto?

- Eres imprevisible, soy imprevisible. Y, aunque a veces es desconcertante, cuando haces o dices algo que no está en el guión, me alegro de estar aquí contigo y no en su guión. La gente ha olvidado todo lo que son al principio...En fin, Esperanza gritaría ahora con el puño al aire soltando alguna pulmonía sobre el sistema...Ella también es genial.

- ¡Claro!

- A ti te puedo contar todas esas historias y que no se te quede cara de perpleja. Y noto que valoras tanto como yo esos detalles, no piensas que son estupideces. Sabes que la vida sería más triste sin unas bragas de la Mocos, y sin un pastel de chocolate que, quizá sepa un poco seco, pero lleva un trozo de alguien que se ha pasado toda la mañana trasteando un horno para pagar sin dinero lo que normalmente se paga con dinero... no sé es un lío, es.. o lo valoras o no, no tiene precio, mientras todo lo demás sí, todo se puede comprar menos esto. A veces, cuando vuelvo al mundo real, o cuando caigo en el sin darme cuenta, me arrepiento de estar ahí y sólo pienso en largarme. Lo que menos me gusta es cuando la gente que acata las normas trata con prepotencia a los que no, hasta el punto en el que no sé quién me da más lástima...porque me doy cuenta de que las cosas siguen funcionando como en el patio del colegio.

- Ya me sale un poco como poner los labios para que suene el arpa de boca.

- ...Pitbull (terrier) ja ja ja!

- Inti be hevec...

- Helue.

- Todas esas cosas absurdas que me regalas, todos esos papelajos idiotas que te escribo... cuando consigues sacarme de quicio, ya me estás diciendo algo que me hace sonreír. Todas esas fotos y esas veces que me llamas para contarme la cosa más absurda que has pensado sin querer... Sí, creo que te echo tanto de menos que, mírame, aquí, tirada en el parque, hablando contigo mientras lanzo gusanitos a las palomas. Aunque tú no estés.

Aunque tú no estés.
Istetilec.

domingo, 3 de junio de 2007

El Calendario


La vida debería ser como un calendario. Cada día se debería poder arrancar una página para iniciar otra en blanco. Pero la vida es como una capa geológica. Todo se acumula, todo influye. Todo contribuye. Y el aguacero de hoy puede suponer el terremoto de mañana.
Lucía Etxebarria


Lo llevo como puedo. No sé, es raro. Te olvidas y vives según te apetece, y viene él y te ataca por ello. Así que vuelves a recordarlo: debo vivir en paz, lenta. Yo, lenta. Pf...

Debo dejar de hacer ciertas cosas. Y lo intento. Y, a veces, lo hago. Pero creo que lo único que consigo es desconcertarme. Para un rato está bien, luego ya cansa. Y se te olvida. Y luego vienen todas esas pastillas y cosas que...en fin, te lo vuelven a recordar.

Es cierto que la vida es como una capa geológica. Es cierto que todo se acumula e influye. Así que cada día que amanece estoy bastante perdida, porque soy más de pensar en lo del calendario. Un mal día: lo arrancas y punto. Pero no, yo puedo querer lo que me dé la gana, que la capa geológica está ahí.

Cierto que algunas páginas no quisiera arrancarlas.
Pero soy consecuente.

Hay muchas historias en mi capa geológica. A veces pienso que demasiadas. Viví un periodo frenético, que ha dado como resultado un periodo lento. Sosegado.

Quiero vomitar.

Hay historias que nunca acaban. Y lo sé, sé que siempre estarán ahí, aunque ninguno de los protagonistas parezca estarlo. Por eso, por las noches, en los silencios, se te queda cara de gilipollas. Tanto y no acaba. Tanto y no acaba.

¿qué hacer?

A mí que me registren.

Otras empiezan, y empezando parece que ya están acabando. Otras-otras son la sorpresa. Nunca sabrás si han empezado o no, ni cuándo, ni siquiera te enterarás de que han acabado. Un día despiertas y te das cuenta: joder, esto acabó hace tiempo. Pero tú no te enteraste.

En fin, mejor así, supongo, para evitar el dramón.
Mejor así.

Estamos unidos a determinadas personas por lazos invisibles. Suena a descubrimiento soez pero se nos olvida por obvio. Órbitas. Conexiones. A veces todo resulta demasiado complicado y te provoca dolor de cabeza. Otras es tan simple que ni te paras a pensarlo. Craso error.

Y, ¿qué hacer?

No sé, lo único que puedo dilucidar es que mejor no pensar y no ser ñoña, que luego te petan el culo. La gente asocia que la gente sensible es débil. Sensible=Débil.
No señores, yo fui sensible y jodidamente fuerte.
Aquí nadie tiene la culpa de que hayan recibido valores un tanto...en fin.
Pero intenten cambiarlos.

Creo que sólo es que siempre hice las cosas de una manera extraña. Como muy ilógica, como muy visceral. Demasiado. A veces creo que es sólo para joder a mi mega-racional cerebro que a veces me hace parecer una cuarentona.

La persona que más ha convivido con esa persona espera verme sentada leyendo el Le Monde Diplomatique, rajando del sistema y pegándole sorbitos a mi té frío con limón en cualquier momento.

¿gastaremos mi juventud?

Soy muchas partes. Y normalmente la gente ve eso: partes. Cada parte aparece con quien tiene que aparecer, hay personas que despiertan a varias partes. Hay partes que ni se molestan en aparecer con determinadas personas. Hay personas que llenan una sola parte, entera. Hay personas que explotan partes.

Hay de todo.

Mi manera extraña de hacer las cosas influye bastante en que primero haga las cosas y luego piense. Eso y mi carácter hedonista, of course. Pero ahora, tengo que pensar por mí y por una especie de ente caprichoso que tengo albergado en mi Gi Tract.

Son cosas que pasan.

Sabía que me iba a pasar.

Algunos más también lo sabían.

Todos lo callamos y confiamos en que, finalmente, no pasase.

Pasó, y, al menos nos quedó la pequeña victoria de saber que teníamos razón.

Sólo analizo todo cuando aparece la cuarentona. Esa lo analiza todo, es una pesada. Aunque a mis otras partes también les gusta analizar, pero por puro divertimento.

Sí, hay de todo.

Y porque hay de todo, nunca he podido hacer algo demasiado tiempo. Vamos, poner de acuerdo en algo a tantas partes es una tarea un poco inútil. Nunca estaré contenta del todo. Habrá una parte que se quejará. Pataleará si le da por ahí. Así que resulta inútil esperar un cambio. Por eso, ya no espero que cambie. Por eso y porque no me gusta esperar, aunque a veces creo que lo hago sin darme cuenta.

Demasiado ocupada con otras cosas como para darme cuenta.
Si haces algo, lo mínimo es darte cuenta.

Y así, pasan los días. Hay veces que una parte de mí echa en falta la presencia de determinadas personas. Lo que me jode es ver como pasa el tiempo y cosas que podría hacer no las hago. Eso me jode enormemente. No hablo de grandes cosas, pero, qué quieres que te diga, hemos perdido tanto el tiempo que hemos sido idiotas. Y a veces tengo ganas de coger todo este tiempo perdido y presentarme delante de tu casa. Y ver si, de alguna manera estúpida, podemos canjearlo por bolas de tiempo ganado en alguna feria. Aunque, lo más seguro, es que acaben dándonos un turrón blando.

Tiempo perdido por tiempo ganado.
Reescribiríamos nuestra historia.
Aunque tal vez igual, por gilipollas.

Antes pensaba que si se me presentase un genio así como quien no quiere la cosa, yo le pediría que me dejase volver a vivir mi vida, o al menos algunas etapas. Sí, ha sido frenética y muy variada, y la(s) persona(s) que hoy soy se ha(n) nutrido de tantas experiencias que creo que he adquirido cierta sabiduría que se condensa en mi cabeza. No es que no siga cometiendo los mismos errores, creo que los seguiré cometiendo hasta que deje de respirar. No es que ahora sea el alma del ágora o de las reuniones sofistas, o represente el colmo del Zoón Politikón. Es otra cosa. Es como algo más...sustancioso. Ciertas cosas me cansan. Otras, las valoro de la manera más hiperestésica que puedo. Son cambios. Grandes cambios a veces, otros pequeños. Como los Arcanos Mayores y Menores de Andrews. Como en mayúscula y minúscula.

A veces algo me dice que tengo que irme.
Si me quedo, acabo pagándolo, pero el precio, en cierto modo masoquista, acaba mereciendo la pena.

Antes pensaba en lo del genio, pero un buen día, dejé de darle importancia. Me gustaba más el plan que tenía de pequeña (siempre me obsesionó lo del genio), lo mejor era pedirle como deseo que siempre pudieses desear lo que se te antoje, y cumplirlo.

Con cuidado claro.
Hay que mimar muy mucho lo que se desea.
Luego se cumple y la has cagado.

Hace tiempo me pasó algo que me cambió completamente. Y nadie pudo percatarse demasiado, sólo lo viví yo.
Porque estaba sola.
Porque no hubo ayuda.
Nadie.
Nada.

Sí, algo cambió para siempre ¿el qué? Creo que de repente dejé de esperar algo de los demás, del futuro, incluso de mí misma. En cierto modo es triste. En otro modo, es práctico.

No esperar.
Por eso, las hojas del calendario. Por eso, las capas geológicas, unas sobre otras, ya no me afectan casi nunca. Sé que no puedo planear nada. Quizá soy más visceral que nunca, y dudo de que las consecuencias sean gratas siempre. Y cuando me sorprendo esperando algo, me pego un zarandeo figurado, y a veces literal.

Me enfado mucho cuando me sorprendo esperando.
Me pongo muy de mala leche.
Pero digo: ¡Bah! ¡Paso! Y se acabó el problema.
No espero que vuelvas.
No espero que cambies.
No espero que esperes.

No espero.
No espero.
No espero.

Las grandes cosas nunca pasan. Y, sí pasan, la mayor parte del tiempo no te enteras o te enteras tarde. Y, aunque puedes cambiar tu destino y tomar las riendas, como ya dije hace poco, a veces no sé si me apetece. Me dejo llevar, pero no como se dejan llevar los cobardes.

De otra manera muy mía.
Como confiando en que la cuarentona lo tenga todo bajo control.
Pero, a veces la cuarentona está leyendo el Le Monde y pasa de mi cara.
Y luego, las consecuencias.

Esperes lo que esperes, nunca sabes como van a salir las cosas.
Debes dejar algo atrás para coger algo mejor.

Bla. Bla. Bla.
Plas, plas plas.
Un gallifante para la poppy-mierda.

Y, ¿quién coño sabe qué es lo mejor?

Más allá de ser feliz, nadie sabe nada.
Por eso, enojo-desconcierto-deseo-intensidad.
Por eso, sentimientos encontrados.
Choques.
Por eso, Crohn.

No sé si por ser visceral tengo Crohn o por tener Crohn soy visceral.
¿qué puede haber más visceral que unas vísceras que no puedes controlar y que actúan con voluntad propia?

Más allá de tu cerebro.
Más allá de tus deseos.
Me allá de lo que ordene la cuarentona.
Más allá de ti.
Más allá de mí.
Más allá de...

“Más allá de ti, estoy yo.
Más allá de yo, estás tú.
Más allá de quién es quién.
Más allá de...
Más allá de...”
Los Solo.

A veces, olvido olvidar que la persona que fui ya no existe.

Recuerdo

Te recuerdo en un manantial de sueños durmiendo con los zapatos puestos, sin atar como hacen algunos dueños, como la mañana al sueño que está porque se quiere quedar.

Te recuerdo consumida...

¿dónde estarás ahora?

¿prefieres hablar o follar?

Cada día te morías imaginando historias.

¿prefieres hablar o follar?

Te recuerdo todavía disparando a todo lo que se movía, y aquel cuento de un encuentro con la policía.

Si tus ojos no cambiaran todas las mañanas sería tu dueño, te trataría como haría la noche con los sueños.

REINICIAR

Mil bolas de luz...
Mil bolas de luz para matar cada ilusión puesta al final. Esta verdad se vuelve mal, claro es el fin: juntos los dos....

¿dónde perdí aquella poción para volar y conseguir no llorar más?

Creo que eras tú que todo empezó. Esta intensidad, este calor.

¿dónde perdí el resplandor y esa razón que se pudrió entre tu voz y la cantidad que aceptas por dar besos de rock de una canción que te escribí cuando soñé...?

Que entre los dos era mejor sentirse mal y te llamé para intentar llegar hasta ti casi sin tocar el suelo y volar para poner los datos a cero y reiniciar....

Reglas del rock


Lo encontré por ahí hace tiempo....
Sublime.
La Milagritos y yo haremos un grupo...
Yeah!!


Reglas del rock (parte 1).
1. El número de integrantes deberá estar forzosamente entre los 3 y 5
miembros... no más, no menos.

2. No usar las palabras: group, band, band project al nombrar la banda.

3. No se podrán usar barbas a menos de que el grupo esté ya en su última
etapa o en su obra conceptual.

4. No se debe cambiar la ortografía de las palabras, a menos que seas Led
Zeppelin ó Def Leppard.

5. La guitarra a la altura de los hombros esta prohibidísma, vean a que
altura la usaba Sid Vicious.

6. Guitarra: 6 cuerdas. Bajo: 4 cuerdas. No más, pueden ser menos.

7. No se aceptan DJ's. Ya, por favor.

8. La plumilla se usa para abajo y solamente para abajo, excepto en el solo.

9. Piernas separadas en el escenario. Siempre.

10. Las novias de los integrantes NO pueden socializar entre ellas.

11. Las novias no existen a más de 100 kms. de distancia de la ciudad en
donde residen.

12. Si suena el teléfono y es Rick Rubin que quiere producir tu disco, no le
digas que no.

13. El músico no sabe nada. No sabe cuándo ni dónde toca. No sabe de vuelos
ni hoteles. Utiliza la frase: "mi músico, mi no saber".

Ocurre

A veces todavía ocurre y cuando oigo un portazo, creo que es él que viene. En fin, cosas que pasan y este no es el dato, aunque siempre fue muy torpe a la hora de cerrar puertas. Lo que pienso es que podemos cambiar el destino. Si él sólo puede cambiarse ¿por qué no vamos a hacerlo nosotros?

Podemos cambiar el destino.

Y no con un conjuro extraño, ni jugando con estrategias prediseñadas de algún libro con complejos histriónicos. Se trata de plantearlo en serio, decirse a sí mismo, voy a cambiar mi destino, concienciarse y hacerlo.

Just do it.

A veces dejamos a nuestro verdadero destino pasar.
Creemos que estamos perdidos, que no sabemos lo que queremos.
Es en esos momentos cuando el género humano se vuelve idiota.
Todos sabemos lo que queremos.
La cosa está en que nos tapamos los ojos para encontrarlo.

Tan simple.
Tan complicado.
Ocurre.

miércoles, 30 de mayo de 2007

Veo, veo...

Veo, veo
por fin me recupero
de ciertas cegueras sordas.

Veo, veo...
¿tú qué ves?
A mí no, desdeluego.

Tú no existes

Previniéndome de tu prepotencia se me antoja mandarte a la mierda.
Astrud lo sabe:

Tú no existes.
(you look so fuckin’stupid)

Palomitas

Extranjeros homónimos de los pasados inciertos incentivan una ligera casaca de ideas que, refiriéndose a cualquier tipo de memoria que esté por llegar, no ven nada claro ni bueno en el hecho de que aparezca tu idiota mirada en un recordatorio vejado por el tiempo.

Vete a hacer palomitas.

No me lo puedo creer.

No me lo puedo creer.
Aún estás así
vestida con trozos de algo
parecido a lo eterno.

No me lo puedo creer.
Todo el mundo vaticinaba
que después de dos o tres días
de explosiones en secreto
la curvatura clásica de un espasmo
nos haría abandonar.

Pero tú
aún estás así
vestida con trozos de algo
parecido a lo eterno.

Y cada vez más largo
tu traje se extiende a lo ancho
de las risitas
deportando ligeramente cual latigazo
las risas irrisorias prepotentes
de la duda.

No me lo puedo creer.
Pero supongo
(y, corregidme si me equivoco)
que os ha debido doler.

El post-it.

Un post-it que se medio despega
por el vapor de agua
pervierte la poética visual
del cuarto de baño
con su amarillo fluorescente.

Amatista sideral entre gamas de azul de gemas oxidadas.

Sólo estoy chupando tinta.

Como el post-it.
Se extiende el negro y deforma las letras
que se ramifican como árboles
por la clorofila.

Aún así, se entiende claramente
que en el post-it húmedo de adversidades
está escrito con una grafía algo tímida
pero bastante viva
un te quiero.

Estalactitas.

¿Estalactitas?
¿Estalagmitas?

Si te quedas puedo fracturar el tiempo
con fuerza sonora entreabierta.

Acústica en el tercer entreacto.
Pasatiempos.

Es certero.
A ciencia cierta juego con las sombras
de las diferentes
tonalidades
de naranja.

Hay varias.
Desvarían.
Sé que existe el TOC perfecto
en la combinación de las múltiples simetrías y destrezas
que forman tu contorno.

Frecuencia modulada.
Cada cierto tiempo se vuelve inútil echarte de menos.

Existes invisible como las burbujas de oxígeno en una estalactita.
Imperceptible
pero distribuida por toda la superficie
de arriba a abajo
de abajo a arriba
entre el zig zag de las estalagmitas.

Espacio...

Es espacio en el que esparcirse.
Las cortinas vuelan por detrás de la ventana.
Huele a un tipo de templanza unido a las entrañas.

Debería echárselo en cara a las dos latas de Aquarius.
Hay pequeñas partes que se chocan indistintamente.
Por instinto, se protegen.

Forman parte de algo nuevo.
Se escribe con otro modelo de abstracción
Más puntiagudo.
Como más cercano al olor de un jazmín.

Es extraño, debo reconocerlo.
Pero adictivo.
Excitante.
Fresco.

Lleva dibujado un beso.

Cuando pronuncio tu nombre
Cada letra
Es espacio en el que esparcirse.

Vivo aquí


- Vivo aquí.
- ¿qué dices?

Estoy totalmente abstraída.
Con la mirada perdida.

A veces pienso que vivo aquí. He visto tantas veces estas paredes que parecen mi hogar. He leído tantas veces el cartel de esa puerta, escrito con Edding 1200 azul marino y en mayúsculas:

“LA CONSULTA DEL DR. MARFIL
ES LA 1ª PUERTA DEL OTRO PASILLO”


Marfil. López-Viñau. Garijo. Antonina. Gato.
Son nombres de médicos.

Planta 3ª a la izquierda.
En el ascensor caben doce personas.
Silencio, por favor.
Apaguen sus teléfonos móviles, por favor.
No se puede calcular el tiempo estimado de cada visita. La hora de consulta es aproximada.
Para enfermos crónicos, depositen sus recetas en este buzón, por favor.
Gracias.
No fume.
Según el real Decreto bla bla bla.

Por favor.
Por favor.
Gracias.
Gracias.
No.
No.

Seis hileras de asientos. El segundo de la tercera fila está roto. El sexto empezando por el final de la cuarta también lo estaba, pero ya lo han arreglado con una tachuela. De ahí se levanta Asunción López López, que lleva veintisiete minutos esperando, uno menos que Jaime Pulido de la Cruz, que mira de reojo mi librito de “Picasso. Tradición y Vanguardia.”

- No eches fotos.
- En algo me tendré que entretener.

Mi madre me hace juegos de lógica para entretenerme. Me enternece, eso me lo hacían de pequeña para que me mantuviese sentada.

Le duele todo pero aquí está, haciendo juegos de lógica como el primer día.
Y aún le queda repertorio.

La jefa de enfermeras se parece a la Srta. Rottenmeier (o como coño se escriba), pero con más mala leche.

Cada vez hay gente nueva, pero yo sigo aquí, pasando el mismo calor de siempre. Porque la calefacción está muy alta.

- ¿puede bajar la calefacción?
- Eso no lo controlo yo. No puedo estar en todas partes.

Claro. Usted ya está adaptada a este microclima tropical.

Las ventanas, selladas.

No señores, nadie se piensa tirar.
Las vistas dan a la escalera de incendios.
No se puede acceder a ellas porque... las ventanas...selladas.

Cuando tenía nueve años, subí clandestina por la escalera de incendios y entré por la ventana (no sellada por entonces) para ver a mi sobrino que acababa de nacer.

Porque tenía nueve añitos y no me dejaban pasar.
Prohibiciones a mí con nueve añitos.

- ¿cómo has llegado hasta aquí? ¡Te dije que esperaras abajo! ¿cómo te han dejado pasar?

Lo intenté tres veces antes de recurrir a la escalera de incendios.
Me escondí detrás de mi cuñado.
Me agaché entre dos camillas.
Intenté pasar como si nada, por si así no se enteraban.
Finalmente, subí por la escalera de incendios.
Cuando salí, lo hice por la puerta, como todo el mundo, y le saqué la lengua a los de recepción, mientras decía:

“Ya he visto a mi sobrino. Es muy guapo.”

Chulería barata y triunfalista.

En fin, pensando esto se me va la mañana.
La gente me mira porque siempre soy la más joven.
Y la más rara.
Pero es que vivo aquí.
A veces lo pienso.
Y no quisiera acostumbrarme.

Si muriera antes de despertar.

Hay una oración inglesa que rezaban los niños antes de irse a dormir que comienza justo así: si muriera antes de despertar.

Ayer él me miró demasiado, como si fuese la última vez.

Rojo sangre.

Aguanto como si nada, porque no voy a acabar.
Lo sé.
Bicho malo nunca muere, y tan normal me voy a dar vueltas, no hay nada que temer.

Pero ayer, cuando volví a quedarme dormida, sentí un frío extraño.
Y sólo puede pensar eso, por un momento:
Si muriera antes de despertar.

He de reconocer que sentí algo parecido al miedo.

Mi pequeño cabaret ambulante.




- Ni tú ni yo deberíamos reproducirnos nunca, te lo digo en serio.
- Y yo en sirio: aj-hlej-plaj-esyasiri-mistitilli.


Por las mañanas, me trae barquillos porque dice que es la forma más barata de quedar siempre bien.
Para merendar, una napolitana de chocolate, porque sabe que yo no puedo comer y al final se la come ella.
Si pilla un ofertón, es la persona más feliz de la tierra: puede estar una semana comiendo coliflor sólo porque valen dos piezas, un euro.
Sus especialidades son el IKEA (diez céntimos una taza de wc que ha puesto en la entrada de su piso), el Media Mark (2gb=16€), y la frutería de la esquina (¡Kg fresas=1€)

Es muy refinada y por las noches toma cava con limón. Por las mañanas se le olvida ese refinamiento y no le importa desayunar cerveza calentorra.
Muere por unos noodles.

Cuando esperas las respuestas más filosóficas del mundo, obtienes un “Do you relieve in love after love?”, un “Me duelen los superlosbrazos”, un “No me van a coger en el piso porque huelo a degenerao” o un “Tengo chiki-fuerza: un día intenté matar una mosca y me disloqué la muñeca.”

Hace las historias y dibujos más bizarros que he visto nunca. Te hace reír hasta que lloras o te entra asma.

Con su TOC (Trastorno obsesivo-compulsivo) de abrir y cerrar puertas, busca la armonía en un TOC de maniáticos de la limpieza.

Regalos energéticos.
Miradas de agua dentro del fuego.
Tiene los ojos muy grandes y te arrastran.
Bailará hasta la saciedad como Karen Walker, y puede ser tan friki como para saber quién es Anastasia Vivenhausen.

Entre colores estilo Cristo del Mayor Dolor, parece sacada de la peli de “El Perfume”.
Crea muy buenos contrastes.
Cuando la cachean en el aeropuerto, le tiran los tejos.
A veces invoca al espíritu de Billy Elliot, que yo lo he visto.

En una fiesta de Astrud se liga al camarero para conseguir un cd “pa mi poppy-mierda”.
Tiene madre tipo A.
Espera por el bien de la humanidad que ninguna de las dos nos reproduzcamos nunca.
Cuando está dormida se le escapan las palabras que no quiere decir.

La amenazo con llamar a inmigración cuando no me dice qué
Pone en las etiquetas de los productos árabes.
Es claramente familia de Bin Laden y de Bob Marley.
Yo le hablo en sirio a pesar de no tener ni idea. Aún así, me escucha y se ríe.

Se autoafirma con dos principios básicos:

- Las espartanas engendrarán los verdaderos guerreros.
- No nos podrán quitar la libertad.

No sé, es lo peor.
Un pequeño cabaret ambulante.
Y yo, ¡un juguete de la fortunaaaaa!

...porque te echaré de menos sin querer.

martes, 29 de mayo de 2007

El sabor de las cosas.

Parking del Bali, 16 de julio 1996.

- Ey! Ey! ¿¿¿dónde coño estabas??? Joder, no me seas hija de puta, no vuelvas a desaparecer así. Llevo buscándote mil años.

Esos mil años seguramente serían quince minutos. Pero para nosotros, impacientes con casi todo, esperar es el equivalente a estar muerto.

- Valen, llevas la camiseta y los pantalones llenos de sangre. ¿Le has vuelto a robar dinero al hijo del policía?

Valen tenía la extraña capacidad de atraer a los policías. Lo he visto tantas veces entrar en el furgón como fumarse un porro. Y acababa robando dinero justo a los hijos de policías. Lo suyo es mala suerte.

- Joder, la alemana esa, estaba follándomela y no sé qué coño he hecho que mira como estoy.

- Valen, eres un brutito y le has roto el himen a la alemana.
- Pero joder, pero ¿eso es follar entonces? Mira, joder, me cago en la puta, que yo también estoy sangrando, mira como tengo la polla, hostias.
- Mmm, qué mala pinta. Digamos que te has auto-operado la fimosis. Aspira cloretilo, tranquilízate y luego ve al médico.

Valen es más de aspirar gasolina.

Tres días después Valen seguiría con la misma camiseta ensangrentada. Como era de esperar, no había ido al médico. Ni a su casa. Se había quedado en la playa haciendo castillos de arena con los pies y escribiendo en las rocas “Prohibido tirar niños”.

De una manera extraña, yo era la madre de todos mis amigos hormonados.
Una prepotente gilipollas.
Pero la única que conseguía tranquilizarlos.



Mar House, 29 de mayo 2007

- ¿hola?
- Joder, no para de llorar, toma, hazle algo.

Antes de poder reaccionar, tengo entre mis brazos una persona minúscula de tres meses.
Oxitocinas.

- Yo…he olvidado cómo se coge esto. Te recuerdo que el último ser de este tamaño que tuve entre mis brazos fue tu hija, y ahora tiene trece años. Ay, me está echando bocanaditas. Ay, ay…

Más oxitocinas. La miro. Tiene los ojos extremadamente grandes. Me mira. Me pone la mano en la cara.

- Joder, no hagas eso. La tienes llena de babas…

38.

La abrazo fuerte y empiezo a moverla, como si estuviéramos bailando un vals. Y luego le canto:

“Alguien debería inventar qué podemos hacer
con las cosas que no sirven para nada y que no podemos tirar…
Mi matadero clandestino hace algo parecido,
¿qué le voy a hacer si no vamos a la misma velocidad?”

Se parte. Se ríe tanto que le entra hipo.

- Encantada de conocerla, señorita. Mi nombre es Chá y soy algo así como su tía política. ¿Desea que bailemos otro vals, al ritmo de Los Piratas?

- Deja a la pobre niña.

- Había olvidado lo pequeño…En fin, aquí hay gente con hambre, por eso lloraba. Pásame un biberón con algo rico.

Le doy el biberón. Me mira y traga.

- Te entrará aire y me echarás bocanaditas. Y no queremos eso, ¿verdad? Queremos bailar y bailar.

“Caramelos de palo.
Multitud de colores.
Arcoiris intensos y poooop.
Busco mi lado amable
en el fluir de las flores…”

“Había olvidado el sabor que tienen las cosas.
Y de lo bueno que es beber y beber cuando todo va mal”

- Vámonos de aquí, todos estos son idiotas. Te llevaré a un lugar donde podremos coger guijarros y lanzarlos al agua.

Mueve las manos.

- Oye, nos hemos caído bien y me la llevo. Esta es para Suzan y para mí.
- ¿te quieres ir con Suzan? ¿te quieres ir con Suzan y con la tita Chá? ¿o te quedas conmigo?

Bocanadita.

- Nos tomaremos eso como un “déjame que me lo piense”.

De una manera extraña, yo era la madre de todos los bebés con los que me encontraba.
Una roja asilvestrada con Crohn.
Pero la única que conseguía tranquilizarlos.

Azul

Entrecalas, 15 Julio 1996

Azul. No tengo paredes, son cristales, y todo lo demás es azul. Dentro y fuera, por más que lo intentes, sólo ves azul.

Azul el cielo.
Azul el suelo.
Azul piscina.
Azul playa.
Azul del lago con los peces azules.
Azul hasta los ascensores azules que me llevan a la planta 25.

Qué diría Rubén Darío de mi pequeña aportación al Parnasianismo...

En mi habitación entra la brisa y respiro las olas, así que, una vez más, vuelve el azul. La gua-gua que me lleva al centro, azul. Hasta yo parezco un pitufo.

Aún así, envidio a las gaviotas.

A las siete de la mañana me levanto. Me ducho y cojo una manzana. Bajando por el ascensor calculo la temperatura y el viento. Todo está bien. Me aprieto más los patines y empiezo a pillar velocidad.

En la tienda de la esquina, Isa ya me tiene preparado mi sorbete de limón.

“No sé cómo puedes tomarte esto tan temprano. Deberías desayunar como todo el mundo. ¡Y te he dicho que no me pises con patines que me rallas todo el suelo!”
Dos meses después, murió. Y nadie más volvió a tenerme un sorbete de limón preparado a las siete de la mañana.

Me engancho a la gua-gua hasta llegar a las palmeras. Ni el Tato. Una dulce ancianita se caga en mi madre.

Meditación.(Dharma de toda la vida)
Lectura.(Voltaire)
Escribo algo como ésto o más elaborado.

Sin sorbete ni patines, observo a la gente antes de quitarme la camiseta y quedarme sólo con la parte de abajo del bikini.

Bendita ciudad que se la suda todo.
Cojo las gafas de bucear y salgo corriendo hacia el mar.

Agua...
Azul.

Si no te mueves, te rozan. Los peces, digo. Como sueltes una burbuja de oxígeno, se van. Es cuestión de práctica. Las luces se filtran entre las rocas. He conseguido varias conchas para un nuevo collar.

Salgo. Limpio las gafas con trozos de algas. Con clorofila nunca se te empañarán unas gafas de cristal templado.

Los guiris corren para no quemarse la planta de los pies. Jaime y Monika están de pie, al lado de mi toalla, a veces saben dónde encontrarme. Los guiris se preguntan por qué no nos quemamos.

– ¡Adaptación al medio, blanquito! Somos una especie en extinción.

En realidad es más simple que todo eso.


– ¿cómo podéis tirar de tres casas okupas?
– En La Cala somos gente importante. Dame una calada.

Técnicamente estaba bien. Una fábrica abandonada, un edificio de quince plantas sin terminar por falta de fondos y un chalet. Vivíamos como reyes. Dos veces a la semana, había que correr delante de la policía, pero seguía siendo un precio bastante barato para tanto lujo.

Nos creíamos reyes.

Jaime y Monika se quitan la ropa y corren hacia la playa. Realmente son buenos amigos, al menos no hay que darles explicaciones de todo y tienen ocurrencias bastante graciosas.

Yo exijo todo de la vida.


– ¿no vienes?
– Joder, me he quemado un pezón, chicos, mirad...
– A saber...
– ¡Guirufillo el último!

Exijo todo y lo tengo. La felicidad es esto, por más que intente darle vueltas de tuerca. Sé que mi sitio está aquí. Y cuando no esté aquí, lo recordaré como mi lugar favorito del mundo, como mi infancia en Linares.

Mi infancia...joder, acabo de cumplir catorce.
A veces hablo como si fuese mayor.

Azul.
Agua.


Ventana de mi cuarto, 28 de mayo 2007

– ¡Ahg, joder, ahg!

No me queda tabaco. Así que dejaré de leer mi antiguo diario.
No me queda dinero.
No me queda comida.
Sólo algo de dignidad, que he perdido recorriendo todo el bloque para conseguir un cigarro.

Ahora resulta que nadie fuma.
Capitalistas, egoístas.
Ya vendréis, ya...


Horror Vacui.
Vendo mi alma por un cigarro.
No hay mucho más que contar...

Sacadme de aquí.

Para mis vaqueros

“Ya no quedan príncipes para mis vaqueros.
Jamás, me juro, seré tan asquerosamente bella.”

Elena Medel


Playa de San Juan, 14 julio 1996

Tampoco es para tanto. O, si lo es, se parece más a otra cosa que a belleza. Algo relacionado con lo visceral o con la torpeza de algunos al concretar determinados estímulos.

Bah. No es que me importe mucho. Supongo que todo el mundo tiene tarde o temprano su minuto de gloria.

El mío se hace eterno, y, ya me estoy acostumbrando. Así que deja de ser divertido. Y, como ya he dicho, no es que me importe mucho. Cuando a la gente le da por algo le da y punto.

Yo nunca pensé en acercarme demasiado a nadie.

Cuando cometo algún error, está claro que es por mi edad emocional, que se cree que todo en este mundo es como una canción de Shibuya. El resto del tiempo mis emociones son fuertes pero derivan hacia otro lado.

Derivan al “no me importa”.
Pensar en determinadas cosas me aburre.
Jactancia por la inoperancia.

Hubo un tiempo en el que quería saber el por qué de todo lo que ocurría a mi alrededor. Después de saberlo, simplemente me dejo llevar por lo que le apetece a mis vísceras. Sé que en un momento determinado me puede apetecer saltar desde una roca, y, al siguiente, tumbarme al sol.

Sólo espero no ser tan sumamente gilipollas como para que me apetezca hacer alguna burrada de la que luego no pueda salir.

Dolor de cabeza.
Té con leche para suavizar la garganta.

Tengo que cuidarla porque canto. Y yo, de cara a los demás, la cuido. La realidad es que me resulta indiferente. No canto como una diva, sólo es emocionabilidad y expresividad y eso saldrá igual tenga como tenga la garganta.

De todas formas, soy profesional y lo clavo.
Sólo pido que me dejen hacerlo a mi modo.

Me encanta resultar pedante al enterado de turno.
Lo gracioso es que se lo cree y todo.

Es como lo que contaba antes. No es belleza, es otra cosa. Pesar 48 kg en un mundo obsesionado con el físico. Dar volteretas en el aire. Lanzarme sin pensar a cualquier cosa.

Sólo soy selectiva en cuestión de miradas.
Busco la mirada perfecta en los ojos de todas las personas que me cruzo en mi vida.
La mayoría no tienen nada nuevo que aportar.
Vacío.
La gente confunde estímulos.
Dame sol y agua y vete por donde has venido.

San Juan de Dios, 27 mayo 2007

Me miro y tengo pecas. Observo mi mancha de la espalda, la cicatriz de la rodilla, la de la ceja, las heridas del tobillo, las quemaduras, las picaduras, un diente partido, la brecha. Observo mi estómago abultado, cual embarazo psicológico. Me pregunto si volvería a saltar.

Me da miedo responder y decir “sí”.
Incorregible.

¿miedo? No, pasó delante de mi cara, a unos escasos 3 milímetros. Me miró fríamente para que frenase en seco. Levanté la cabeza y noté el acero en el cuello. Pinchaba, pero como miraba sus ojos y sabía que no lo iba a hacer, no tuve miedo.
Así que el miedo se fue.

Desde ese día sólo existió el miedo dos o tres veces.
No tengo tanta estima por mi vida como para tenerlo.
Kamikaze.
Temeraria.

Me miro y tengo pecas.
Son heridas de guerra. Pero aquí sigo.
Nunca sentaré la cabeza.

Esconder lo que soy bajo una capa de ñoñez estuvo bien, no quiero que nadie sepa la verdad.
Con esto no quiero decir que no sea buena persona.
Cierto es que puedo transmitir más paz que un estado de Budha.
Preguntad por ahí.
Pero
lo verdaderamente intrínseco a mí
está en lo cierto
cuando mira las heridas y sonríe
porque sabe que aún le queda cuerda para rato.

Que no me den quebraderos de cabeza.
La mayoría no tienen nada nuevo que aportar.

“Me asquean los simulacros de inocencia”

Dame sol y agua y quédate.

Amor de madre








Pelirroja, ya tenemos una.
Nos falta raptar seis más y okupar un piso en Matalascañas.
Tendremos un bonito futuro POR LAS BUENAS O POR LAS MALAS.
…Yeah!

¿a que parezco una auténtica mami tipo A?
(el reloj biológico…)

Pitbull Terrier!!!





Niñata…sube a mi Vespa…
Lo pasaremos bien…

Pitbull (Terrier)!!!


*Visualícese "Gato Negro, Gato Blanco" para entender algo...Si alguien consigue hacerlo más cutre, que me avise...

lunes, 21 de mayo de 2007

Jun-tos..zumo para dos la la laaaa

Viaje George, San San y Rian.

Más vale tarde que nunca. Aquí pongo las fotos que me dé tiempo a poner del viaje de estos tres gañanes a la bohemia andalusí.
San come niños, Rian se toca pensando en sus múltiples cámaras y Jorge y yo nos reproduciremos en pro de crear una superespecie de superpoperos con superpoderes. Dominaremos el mundo y tendremos un harén o lo que sea.
Denótese la belleza natural de la miríade de cabellos anaranjados.




















domingo, 20 de mayo de 2007

Contigo

Su pierna ejerce una ligera presión justo encima de mis rodillas. Mueve los dedos de los pies con un ritmo irregular y de paso me hace cosquillas. Pronto llegará junio y, aún así, me tapa siempre que puede.

Suerte que aguanto bien el calor de su nórdico, sus dos mantas y su pierna.

Me tapa y se destapa tapándome. Es ella la que pasa frío y se destapa. En mi diccionario mental aparece una nueva acepción al lado de la palabra “empatía”:

“Empatía: Cuando ella duerme y se destapa por taparme.”

Lo hace inconscientemente, como el resto de las cosas. Y eso me obliga a no pensar, simplemente observar, jamás podré establecer secuencias lógicas porque no utiliza mecanismos recurrentes.

Así pasa el tiempo, inventando nuevas acepciones para las palabras que creía cerradas de significado.

Sin darse cuenta.

Pero olvidé que las palabras se cargan de significado según el contexto.

Como yo.

No hay razón lo suficientemente convincente para que ahora esté aquí. Y eso me mueve a quedarme. Porque estoy cansada de las razones convincentes, y de que siempre sepa lo que va a pasar mañana.

Se gira. Roza mi nariz con su nariz. Una vez más, me hace cosquillas con alguna parte de su cuerpo.

Creo que me ahogo por respirar el dióxido de carbono que escapa de sus pulmones. Es caliente y húmedo. Lo respiro un poco más antes de separarme un poco para enfocarla.

Me parece más guapa de lo que pensé en un principio.

Intento taparla con la mano que me queda libre.
A duras penas, lo consigo.

La miro. Y a veces pienso que no necesito nada más por hoy. Sólo mirarla. Durmiendo. Tan cerca. De repente abre los ojos. Sabe cuando la estoy mirando. Abre los ojos y clava lo más profundo de su esencia entre las pequeñas manchas de melanina de mi iris. Vuelve a cerrar los ojos.

Es como una dosis de MDMA.

Recupero el aliento.

Rozo hiperestésica sus mejillas con mis labios. Está perdida, pero me sigue. A la deriva poco importa preguntarse el por qué.

No sabemos dónde vamos. Si da un paso a la izquierda, yo doy un paso a la izquierda. Si avanzo un metro o dos, ella avanza un metro o dos. Lo importante es seguirnos, buscarnos por los escondrijos más tenues de una duda.

No te esperaba.
No esperaba nada y me sorprendo a tu lado.
Como un motor o una válvula de escape, creo que sumergirme en lo que eres me reconforta.
En medio de chispazos y de una gran fuerza he conseguido encontrar la calma.

Da igual lo que ocurra si acabo tendida aquí, contigo haciéndome cosquillas y destapándote por taparme.

Contigo.

Pan y mofa

Lo que no es tu mirada y no es mi mirada no existe.
Me da igual si es retorcido encumbrarnos en el primer intento.
Sonatas de lascivia y cartón piedra.

Pan y mofa.

Me río de la vida con forma de reloj de arena.
Resulta tan cansado no absorber la luz difusa
Como girar al ritmo de un sacacorchos.

Tira la botella por el balcón.

La luna

Déjame escucharte.
Déjame la luna.
Yo no puedo prometerte protagonizar un susto.
Ni un cuento de los que la princesita era rescatada.

Me dan asco las perdices.

Y preocuparme demasiado por lo poco que rozamos la perfección sería de idiotas.
Rozamos lo irrisorio.,
Rozamos la luna.
Nos rozamos.

Seamos consecuentes con la pérdida de tiempo.
Todos estos años, buscando el sentido de la vida en cualquier piedra.
Abandonémonos como selvas
En un espacio abierto a la luna.

No podrán decir que somos algo que desear de vez en cuando.
Seguro que se encomiendan a algún santo al grito de “Dios nos libre”.

Y qué.
Si ellos se lo pierden, qué me importa.
Nunca serán tan fuertes como lo que sentimos al mirarnos.
No envidies a la luna, la fuerza deriva de la marea.
Somos marea.
A la deriva.
Jamás he estado más a gusto en la incertidumbre.

Tan fuerte como lo que sentimos al mirarnos.

Insomnio

Estratosférico aliento.
Boca enferma o ávida, según el día.
Perspectivas de lo vivido.
Esto ya ha pasado.

Algo habrá debajo del rojo.
Tal vez un plátano con tirria al amarillo.

Insomnio.
Llena estoy de algo confuso que no sabría explicar sin la mirada abstracta.
Lo que no es tu mirada y no es mi mirada no existe.
Esto son mis planes de futuro:
Romperme la cabeza con una sinestesia.
No pensar con la boca.
Esperarte en la puerta de un lúgubre bar siete minutos.
Sorprenderme de lo poco que te esperaba.
Siete minutos.

Algo habrá debajo del rojo.
Tal vez un plátano con tirria al amarillo.

Anhedonia

Justo cuando dejo la cocina me cuesta explorarme. Justo cuando es justo hacerlo, olvidé la procedencia de un suspiro. He buscado demasiado todo este tiempo encerrada en una idea demasiado escasa de naranja. He acabado en las retinas argénticas de cualquier deseo.

Nunca he estado tan quieta después de impulsarme al vacío, y, aún así, creo que no puedo pensar nunca más que existe el miedo. Porque sólo excavo en los ojos abiertos. Créeme, había olvidado lo que era usar palabras.

Y no lo eché de menos ni un momento, no sé por qué he de hacerlo, si así todo está bien.

Hacemos las cosas al revés.
Y, no creo que a nadie le importe.
Tal vez hallamos muerto o estemos a punto de soplar.
Pero no me pienso quedar para averiguarlo, y más cuando tengo una maleta con ruedas.

Ya no existo más allá de ahora.
Nunca he sido más inerte en mi anhedonia y, aún así, no me siento atrapada.
Es cuestión de anestesiar los sentidos.

El billete

Guarda el billete de ida y tira el de vuelta en la primera papelera de la esquina. Durante un escueto secreto, cierra los labios y cómete las ganas de odiar. Encierra justo lo que sepas que no es necesario archivar.

Drógate.

Duda un poco de la dirección del viento y lanza tus gafas al mar. Bucea de canto cuantas veces sea necesario para acatar las órdenes de un futuro espasmódico.

Despierta. No has hecho nada verde.
Descansa con el móvil entre las piernas por si llaman precisamente ahora.
Cuando ya no quieres saber más.

Vuelve a la papelera de la esquina. Busca el billete de vuelta. Durante un profundo vacío, abre los ojos y bébete las ganas de arreglarlo. Escapa con lo que desconozcas.

Piérdete.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Algunas fotos sin más...



qué


“- ¿dónde has estado?
– Creo que salí a preguntar por ti y ya te habías marchado.
– No encajé muy bien...nadie ha contestado.”
I.



Qué.


Dime qué.
Segundos y qué.
Los casos extraños de gente corriente corriendo al revés.
Y qué.

Dime qué está pasando
por tu memoria
cuando acabas cantando
que te están marchitando
este olor.

Dímelo y siento
pequeños conceptos
de aguas rotas en el tercio final
de una triste historia
que no es la mía
ni te deja llevar
la herida
de vuelta a casa.

Dime qué.
Ahora qué vas a hacer
con los restos inciertos
de un golpe de efecto
que no es el tuyo
ni siquiera forma parte
de la insignia más deforme
de la salida de emergencia
encerrada decadente
no contigo
no sin mí.

Dime qué.
Si es una efervescencia o qué.
Si cuando lo lamentas caes en la cuenta de
que no es en tu nombre
que no está en mi cuarto
que a veces se esconde
pero no es algo
que se pueda catalogar estrictamente
y poniendo las cartas sobre la mesa
y el as en la manga
como parte de algo nuestro.

Te diría que achicharrases con una onda magnética cada capítulo histriónico.
Te diría que corrieses sin parar hasta alcanzarme
con una cantimplora
buscando un espacio selecto
como parte de algo nuestro.
Te diría tantas cosas...
Pero no estás si no es secreto.
Concretamente te compro el uniforme de preso
para escapar.

Escápate y qué.
Qué podrás decir cuando te griten en cursiva
un paradero desconocido.

¿quién soy?


¿quién soy?

Cuando el tiempo está gastado y no interpela ni un recurso.
¿quién crees que soy?
Soy quien puedo ser.

Tal vez mañana recuerde todos los casos de infanticidio, sólo existo en un momento, palabra concreta vacilante sin pensarlo.

Recuerdos...
Los miro hacia el oeste y no parecen míos, ha pasado tanto

Tiempo.
Tonto.

Está claro que el problema se haya en la abstracción acometida en la región perisilviana izquierda. De un beso a esta parte soy nueva, no hay nada detrás.

Ni delante.

La memoria, de vacaciones permanentes. ¿quién es aquel que se aproxima hacia el bote de estados críticos? No lo sé. ¿quién es la que lo guarda en el rellano de algo vago, tan obtuso como un ángulo impertérrito sobrepasando los noventa?

Será como aquella canción.
No te echaré de menos en septiembre.

¿quién soy?
Soy quien puedo ser y, aún así, no quiero ser otra cosa.
Una pestaña a la que se le puede pedir un deseo tal vez, pero poco más.

No tengo historia.
Me fundí con un pasaje escabroso acaecido después de la Tercera Guerra.
No quiero historia.

Aún así, me miro y rozo en un requiebro lo que fui.

Lo que soy, la persona sin historia pero con doce tomos de una biografía turbia y barata.
Cambio continuo evolutivo ante el cosmos vegetante de Gaston.

He gastado el tiempo y me alegro.
Me quedo naranja.
Eso soy.
Sin identidad.

Biorritmo





Miss Wah-Wah (no hay nada que no solucione una cresta punk)

“¿Qué pasa si cuando duermes te despierto?
¿qué pasa si me atropellas y no estoy muerta?
Sabré muy bien qué contestar.
Dime qué pasa.
Y me notas a tu lado y me buscas ahí detrás.

Yo no te encontré, fue casualidad.
Todo el mundo debería tener otra oportunidad.
Ya lo sabe.

Continúa su paseo.
¿quién te hizo así mejor?
Y no tienes más remedio que esconder tu alma rota.

Yo no te encontré. Fue casualidad.
Deja de apuntarme con el dedo.”

(Mr. Wah-wah. Versión libre)

No soy más que una arruga en el surco de un vinilo
de algún grupo apolillado.
No soy más ahora mismo
que un cambio
escueto y gigante al mismo tiempo.
Parafraseando en minúsculas
un adiós prematuro,
la vergüenza de saber que
no me quedan platos rotos.

Mírame a la cara y no,
esto es sólo un proyecto.
Escribiré un libro cuando
cansada,
despacio,
en madrugada
reinvente tu olor
o reviente el tiempo.

No soy prolongación de.
Extenuación de.
Pasado de.
Miedo de.
No soy más que poesía inviable
si el pasado te despierta.

Biorritmo.

jueves, 10 de mayo de 2007

¿sabes dónde estoy?




¿sabes dónde estoy?

La verdad es que tenía un aspecto lamentable con todos esos tubos y cables. Había intentado arrancárselos miles de veces. Muchas lo consiguió. ¿estar atado él? ¿¿él?? ¿el mismo que nadaba hacia dentro del mar sin miedo, el que se lanzaba conmigo desde un acantilado sin saber a ciencia cierta qué se encontraría en el fondo? ¿el que me llevaba en Vespa sin rumbo fijo hasta que nos quedábamos sin gasolina o sin preocupaciones? No. Él no había nacido para estar lleno de tubos y cables y, aún así, lo estaba.

Porque ya sólo tenía fuerzas para respirar dos veces por minuto.

Lo miraba. Observar a alguien en coma es como esperar a que se mueva una flor por un tropismo. Es esperar para nada. Aunque hubiese un mínimo cambio, no te percatarías ni de coña. No se puede ser más imbécil.

Tengo la cabeza apoyada en su regazo y una de sus manos en mi espalda. La otra, la agarro con desgana. De vez en cuando, le acaricio el brazo. Está frío y amoratado e intento darle calor.
Me siento inútil por no conseguirlo.
Lo había hecho muchas veces, pero ahora estaba fuera de lugar.
Y de tiempo.

Estaba exhausta. Y debo confesar que llegué a plantearme darle a la coca para aguantar tanto tiempo sin dormir. Esperando, esperando a nada. Con lo poco que me gusta a mí esperar. Hace días que decidí salir de ese error de redundancia cíclica y vagar sin rumbo fijo de nuevo, empalmando estados de ánimo, gente diversa y alcohol. Incluso me lié con algún que otro tío la noche anterior. Ni siquiera recuerdo su nombre, lo único que almacené de él es que me dijo que “calle” en vasco se dice “kalea”.
Y yo creía que sabía ya todas las connotaciones del surrealismo.

Acabé tirada en la playa. No sé quién me encontró. Hay escenas que no consigo recordar de esos horribles días y por algo será. Pero sé que unas horas después estaba en Alicante, a cincuenta kilómetros de aquel hospital, con Itziar gritándome que si seguía así me iba a morir yo también.

Ese “también” implicaba que todo el mundo sabía algo que yo me negaba a aceptar.
Ese “también” sonó demasiado chirriante en mis tímpanos.
También.
También.
T-a-m-b-i-é-n.

Itziar fue la misma que me devolvió a ese hospital de paredes blancas y olor a contenedor de residuos órgánicos que me daba ganas de vomitar. Y cada vez que entro a un hospital, da igual donde esté, tiene el mismo asqueroso olor que me recuerda por qué odio esos malditos edificios con la calefacción a tope todos los días del año y las ventanas selladas.

Y allí estaba de nuevo, intentando dar calor a alguien que, inexplicablemente estaba en ese estado vegetal. Dos semanas antes había empezado a cambiar, se cayó de la moto cuando intentó demostrar que estaba perfectamente como excusa para no acudir al hospital. Y ese mismo día, cuando estábamos él y yo solos en el salón, lo miré fijamente durante algún tiempo, le acaricié la espalda y, por primera vez, olí el miedo de quien jamás había temido a nada. Y fue tan fuerte esa sensación que debía ser tan grande como el propio miedo. Todo el miedo del mundo.

No le dije nada. Aunque hubiese querido, no podría, estaba sobrecogida al ver a la persona que me había inculcado tantos valores mirándome como un perro abandonado. Lo abracé y, cuando salió por esa puerta, algo me dijo que no volvería a entrar.
Pero supuse que estaba siendo tremendista al pensarlo y lo olvidé.
¿Cuánto daño es capaz de hacer un presentimiento?

Calor visceral.
Calor enfermo.
Calor de emergencia.
Pero nada. Seguía frío.
Y yo exhausta.

Me entretenía escribiéndole en el brazo mensajes secretos, como cuando yo era pequeña y me hablaba de todas esas historias acerca de cómo había conseguido las Vespas y del río donde uno se lanzó desde tan alto que explotó. Me encantaban esas historias porque eran bizarras y desagradables, pero entrañables de algún modo especial que sólo puedes sentir si te flipa la cara que pone cuando te las cuenta. Me entretenía escribiéndole mensajes horas y horas, por si en el fondo estaba pendiente de ellos y se olvidaba del dolor, si es que a esas alturas conseguía notar dolor.

Hacía tiempo que yo no abría la boca. Pero me levanté y cogí las llaves de la moto y las hice sonar.

– ¿qué haces? ¡Te van a llamar la atención por el ruido! - dijo alguien.
– El silencio de este sitio es mucho más molesto que el ruido de las llaves. Vámonos de aquí, papá. Deja esta mierda y vámonos en moto que tiene el depósito lleno. Vámonos, sácame de aquí, papá.

No paraba de gritar y de repente todos se pusieron a llorar. Y yo les dije que me resultaban patéticos ellos y su victimismo, que me daban tanto asco como las ventanas selladas y que ellos se podían quedar aquí lamentándose toda la vida, pero que nosotros nos íbamos.

– ¿A que sí, papá, a que tú y yo nos vamos?
– ¡Déjalo ya! ¡Para!

No sé por qué acabamos todos discutiendo si yo decía una verdad como un templo. El caso es que mi padre agarró mi mano muy fuerte, y con la otra se estiró de los cables, mientras se levantaba. Joder, menuda cara de idiotas se les quedó a todos. Ocurrió en un momento, en unos segundos de nada, casi como estornudar. Después, cayó como un plomo de nuevo.

Esa fue la última vez que mi padre se movió. Llamaron a los médicos y todo, pero decían que no podía haber pasado. Ahora resulta que fue fruto de una alucinación colectiva, que nuestro camello era la hostia por pasarnos una droga tan buena. Pero éramos muchos y todos lo vimos. Y los cables estaban fuera. Así que, podían pensar lo que les diese la gana, pero negar que eso había pasado no, porque resulta que sí, había pasado.

Tres horas más tarde las dos respiraciones por minuto dejaron de acontecer. Y mi padre dejó por fin esa cama de mierda y esos cables y tubos que le daban un aspecto lamentable. Y todo el mundo volvió a llorar. Y yo, yo salí corriendo mientras repetía ¡joder! ¡joder!. Y al final del pasillo me clavé de rodillas en el suelo, en plan soy el juguete de la fortuna o algo así, no sin antes haber empujado a todas las personas que intentaron frenarme. Sólo cuando paré llegó Itziar, y luego Marga y Alicia. Y luego mi hermana y luego más gente que simplemente venía a echar un vistazo. Y miré a mi alrededor y todo el mundo lloraba, hasta la gente que no me había visto en mi vida, incluso aquel chico que me pidió cambio para el café. Y entonces entendí que había dado la mayor pena del mundo. Daba lástima. Con lo que me jode. Me jode más que tener que esperar.

No sé si fue por acto reflejo, pero cuando salí de allí sólo se me ocurrió meterme en el agua. Es lo que hago para organizar ideas. Y luego vino mi hermana y me dijo que si había conseguido levantar a una persona en coma vegetativo es que yo era Dios.

Ha pasado mucho tiempo y Dios es ahora una poppy con Crohn que sólo hace milagros para llegar a fin de mes. Sí, ha llovido mucho desde entonces. Los Piratas se separaron. España volvió a quedar eliminada en cuartos. Yo cumplí los 18, los 19 y todos los demás, y juré y perjuré exprimir hasta el último día de mi vida. Y me esforcé por dejar a un lado las palabras y comunicarme por miradas y tactos, para escuchar justo lo que no se dice. Para vivir dando rienda suelta al subconsciente, emocionalmente, para, telepáticamente, nadar en la playa todos los días.

Sé que a veces puedes escucharme.
Con las olas.

Se acerca tu cumpleaños y sabes que no pienso llevarte flores a aquel lugar. Porque sé que no estás ahí, que te dedicas a gastar tu tiempo con una Vespa celestial a la que no se le acaba la gasolina. Los dos estamos contentos con eso, es un plan mejor que andar metido en una caja, que no eres un atún en escabeche.

Es de noche y me ha costado mucho escribir esto. Y, mientras le daba vueltas sobre la conveniencia de hacerlo o no, deseé con todas mis fuerzas volver a la playa, aunque sólo fuese el tiempo que dura la canción más corta de Iván. Y, ¿sabes?, recibí una llamada de alguien muy importante:

– ¿si?
– No digas nada. Sólo escucha.

Se oía muy mal, pero se distinguía ese sonido inconfundible.

– ¿sabes dónde estoy?
– En...la playa.
– Es genial, no me lo creo, en serio, es una pasada. Genial. Mira, me estoy mojando el bajo de los pantalones, espera, ¿lo oyes? ¿lo oyes? ¡Jajaja! Me estoy empapando, jajaja. ¿lo oyes?
– Sí, lo oigo.
– Sólo te llamaba por eso. Espera, óyelo una vez más... Ahora sí, buenas noches.

Empecé a llorar y a reír a lo bestia, de la manera más pura que se puede llorar y reír, como esos dos hermanos que se encuentran después de cuarenta años en “Sorpresa, Sorpresa”, pero sin musiquilla melodramático-pastelosa de fondo. Y, ciertamente, era genial.

¿a que a ti también te parece genial?
Pues eso, que este es mi regalo para ti, papá.

Las mejores cosas del mundo no hay huevos de encontrarles sentido. Estas deseando transportarte a la playa y te llaman desde allí para que la oigas. Estás en coma y te levantas como si estuvieses en el sofá de tu casa y fueses a por una cerveza al frigo. Pasan así porque tienen que pasar, porque vienen a tomarte el pelo primero y luego a cambiarte del todo, a sacudirte toda la mierda que puedas haber sentido alguna vez para darte una nueva oportunidad de comerte los días como un cóctel de gambas. Y si no sigues ese impulso la estás cagando. Y si pierdes el tiempo en buscarle la lógica, jamás recibirás una llamada que te haga oir el mar, ni aquella canción de los Piratas que ponían en el Sugarpop a las cuatro de la mañana. Ni tendrás unos patucos monísimos. Ni un Elvis saliendo de una taza en medio del océano. Ni las manos llenas de agua. Ni siquiera tendrás nada a tu alrededor que puedas calificar de miríade, ni podrás ocupar los días decidiendo qué cd de los Piratas pondrá música a tu sórdido futuro en algún lugar de playa que suene raro, como Matalascañas.

Felicidades papá.
No olvidaré aquello Itziar.
Gracias Suzan.

¿sabes dónde estoy?

lunes, 7 de mayo de 2007

Fotos varias...

Hola pataliebres!!

Aquí van algunas fotos de estos días, ya colgaré más que esto tarda tela...





viernes, 4 de mayo de 2007

Justicia.

“tú y yo, lo complicado.”
Alis


La vida es injusta, eso no es nada nuevo. La vida es injusta y huele mal cuando, un jueves por la noche, te das cuenta de que lo único que te apetece es fumar mucho en el balcón mientras cuentas los coches que pasan antes del camión de la basura, entonces la vida es vaga, lejana y abstracta y tú, una marioneta manejada por los hilos de los destinos, los horóscopos y esas cosas.

La vida es triste y aún así, los niveles de felicidad son tan fuertes como para cortar esos hilos y dejar de ser marioneta por un tiempo. Un tiempo largo en el caso de algunos afortunados, en otros, es sólo una ráfaga.

Te miro sin verte.
No puedo verte.
No puedo verte si no es dentro del mar.

No sé si es rabia. Desaliento. ¿Quizás decepción? Tormento. Tristeza. Resignación…no, yo no me resigno.

Atropéllame ipso facto.
Perdóname por suponer un dilema.

La belleza de lo simple. Tengo millones y millones de palabras hablando de eso. Aún así, todo acaba siendo demasiado complicado, y no por nadie, no por nada, es porque la vida es injusta y eso no es nada nuevo. Fíjate, vuelvo a escribir y aún así, sigo censurándome. Hay tantas cosas que quisiera decir.

Pero no fuera del agua.

Me la trae al pairo todo, y no por egoísmo, ya sabes por qué. Si no lo hago así, Crohn se ríe en mi cara. Me la trae al pairo todo menos verte mal, no me gusta la espada en tu espalda y no me gusta la pared.

No es justo. Que el universo gire en un orden extenuante y elija por mí, o elija por ti.
No es justa esta tristeza, y lo peor es que no puedes echarle la culpa a nadie, la cadena se extiende más allá de las nubes y no se divisa el principio.

Y, aunque sea por justicia divina, que se calle el mundo un solo segundo y que nos dé una tregua para mirarnos un rato más.

Un segundo sólo.
Acuoso.

Resistencia.

Esperar la ocasión es de idiotas. La ocasión llega, ya sea vía intravenosa o flotando en el aire. Esperar en el balcón es de idiotas.

No me conformo. No me resigno. No pienso ver cómo pasa la vida.

“Las reservas de energía de una persona normal rondan los 100-150, tú tienes 19”

Diecinueve claro. Me basta y me sobra. Puedo quemar con mis superpoderes más que el rojo. Digievoluciono por momentos. Soy fuerte.

No más. Nunca más volveré a tener miedo. El día es hoy y el mañana sólo existirá mañana. Del pasado no me acuerdo, el pasado me la trae al pairo. Lo que fui o dejé de ser ya no es lo que soy hoy.

Hoy soy yo. Y nunca he estado más segura. Y nadie podrá arrebatarme lo que soy. Y arriesgaré hasta rozar el abismo y lo sortearé. Pero no caeré en un letargo nunca más, no miraré con miedo, no me cerraré el paso.

Te empujaré, te escupiré, te apartaré de mi camino si vuelves a intentarlo.

Hoy estoy viva, le pese a quien le pese. Ni siquiera el Señor Crohn puede conmigo.

Por eso y más, cada vez que me busco en una mitocondria, cierro un ciclo, paso página, entierro un capítulo.
Y lo único que pido es no olvidarlo.
Lo demás, me resbala.

Vivita y coleando.

- A veces tengo la impresión de que Iván Ferreiro canta en clave o en un idioma distinto. Lo escucho tantas veces que he aprendido lo que dice, o eso creo.

- Las canciones de Iván sólo se entienden cuando las has vivido tal cual. Y cuando crees que las has vivido, una bofetada virtual te dice que te has equivocado. Sólo cuando estás exhausta y apenas puedes tenerte en pie, una canción determinada te aprieta el pecho y te llena de rabia. Entonces, y sólo entonces te das cuenta de que Iván no compone, directamente se mete en tu subconsciente sin pedir permiso. Y tú, recuerdas que estás jodidamente viva…o que lo estuviste alguna vez.

Llueve en la ciudad.

Llueve en la ciudad. Personas se arremolinan en torno a los portales de los edificios, unos van de mal humor, otros clavan sus paraguas en los hombros de otras personas que, a su vez, se protegen atemorizadas mediante un movimiento reflejo.

Los pocos que hay sin paraguas, corren despavoridos sin rumbo fijo, maldiciendo por aquí y por allá, a éste y a aquel. Sólo unos pocos caminan tranquilos, miran hacia el cielo y disfrutan del eco que producen las gotas en cada poro de su piel.

Cuando uno de esos pocos se encuentra con otro de esos pocos, se sonríen.

Y justo eso hago ahora a aquel chico que pasea en la otra acera.

Estoy empapada. Entro a mi portal. Me encuentro con mi vecina. “Estás empapada y más delgada.” Me encuentro con mi hermana “¿qué eres Miss Camiseta Mojada?” La miro. Tiene esos andares de gato tan extraños que la convierten en alguien realmente interesante a los ojos del típico gañán de bar. “Manu tiene novia. Lleva un mes. Es tan…raro. Se mete el filete debajo de casa.”

De la casta le viene al galgo, hermanita…

Su pequeño retoño hormonado tiene barba y novia. Entiendo que sea difícil de digerir. Ayer estaba aprendiendo a andar, hoy se está metiendo el filete con la churri de turno.

Sublime sin interrupción.

“Dile que si tiene alguna duda, no dude en llamar.”

Sigo subiendo. Madre tipo A sale a recibirme. Las madres de tipo A se caracterizan por desvivirse por sus hijos, sufrir lo insufrible en la vida y, aún así, tener tiempo para hacerlo todo a la perfección y contar chistes malos. Maniáticas, capaces de ponerse a limpiar el espacio que hay entre baldosín y baldosín de la cocina a las tres de la mañana. Sabes que siempre estarán ahí, sabes que es tu mayor tesoro y tu mayor fuente de preocupaciones, pero aún así se hacen querer, aunque tengan ese sexto sentido que les hace llamarte siempre cuando estás empotrada en el cuerpo de otra persona.

Todo el mundo debería tener una madre del tipo A.

“Estás empapada. Yo no sé cuándo aprenderás a usar paraguas.”

“A estas alturas del partido, me temo que es casi una utopía”

“Nekles”


(Las madres del tipo A dicen palabras de idiomas muertos continuamente.)

“Esperaba a que dejase de llover para venir. Y luego, luego no encontraba las llaves. Y luego el bus, que no venía…”

“Explicatio non petita, acusatio manifiesta. Soy una estudiosa de las palabras…”

“De las que no digo.”

“De las que te callas”


Mami 1 – Hija 0

Nadie puede vacilarte más de lo que lo hace tu madre…

Voy hacia la estantería, llenándolo todo de gotas de agua. Allí están los tarros de arena. La Cala de Benidorm, Sa Conca en la Costa Brava, incluso esa arena volcánica de algún lugar de las Islas… Cojo el tarro de La Cala. Voy a la cocina y cojo un bote de sal marina. Voy hacia el otro cuarto y pillo en reproductor de música. Me dirijo al cuarto de baño.

Empieza a sonar.

“Inevitable, significa que no se puede parar…”

“Quiero que te des cuenta, es imposible parar algo inevitable.”

“No hagas que me arrepienta, traicionaría lo que llevo dentro sin dudar…”

“Puedo enloquecer, puedo enrojecer, pero no pararía…”

“Flotando tu pelo en mi memoria y el cielo en mi bragueta…”


“Quiero hacerte gritar…”

“¿qué puedo hacer si ya no te quiero, si ya no quiero verte más? Sólo quiero estar en mi matadero, en mi vertedero.”

“Y, ahora que todo da igual, se despierta mi animal.”


Empiezo a cantar al mismo tiempo. “Son preciosos nuestros besos aunque nadie deba verlos…” Me desnudo. Lleno la bañera. Echo sal. Madre tipo A entra y vuelve a salir, ya no pregunta por qué hago eso, está acostumbrada.

Agarro el tarro de arena. Cojo un poco y la aprieto en mi mano. Me meto en la bañera. Me tumbo. Me sumerjo.

Agua.

Agua.

Agua.

Agua.

Si mi idioma funciona por el tacto y las miradas, mirar al techo mientras te sientes arropada por millones de partículas que agua y sal que te abrazan es hallar el nirvana. Me sumerjo del todo y, aunque me piquen los ojos, los abro.

En poco tiempo, mi mente me empieza a hablar.

¿cuánta gente que cree que te conoce te conoce realmente?
¿cuándo te conoces más: cuando te miras en ti misma o cuando te miras en los demás?
¿cuántas lágrimas consiguen crear una mirada?
¿cuántos suspiros consigue crear la mirada perfecta?
¿por qué no tengo branquias?
¿por qué arde mi lengua?
¿tengo calor porque pienso en ti o pienso en ti porque tengo calor?

Agua.

Quiero segregarte todo tipo de sustancias turbadoras. Quiero dispararte todas las hormonas. Soy adicta a la química de tu mirada. De tu tacto. Busco la sobredosis continua.

Quiero vivir en un orgasmo de agua.

Oxitocina.
Melatonina.
Corticoides.
Adrenalina.
Norepirefrina.
Estrógenos.
Agua.

Quiero nadar en tu mirada.
Quiero morderte los esquemas.
Quiero chocar contra tu oxígeno, respirar con branquias tus latidos. Olvidar la superficie.

Estoy empapada…