miércoles, 4 de abril de 2007

Capítulo 1: Car

Son las ocho menos cuarto y hace tres horas también eran las ocho menos cuarto. Y ayer eran las ocho menos cuarto durante todo el día. Así que no me queda otra que pensar que el tiempo se detuvo cuando entramos aquí hace yo-qué-sé-cuánto. Fuera se suceden la luz y la oscuridad. Van pasando sin que nos percatemos demasiado, porque estamos concentradas en la música de los años veinte, que tal vez sea cuando se paró el tiempo aquí. Observamos a las personas que nos rodean y se vuelven extrañamente familiares. Seguro que se han impregnado del espíritu de los que antes se sentaron en su silla. Por nuestras sillas han pasado muchas personas pensantes, en qué pensaban, no lo sé. Incluso han pasado partes de nosotras mismas que se sentaron aquí en otro momento. Cada vez que volvemos nos sentimos diferentes pero iguales. Supongo que más llenas de lo esencial y mas vacías de lo superfluo. Fuera llueve, nieva, hace sol... se suceden la luz y la oscuridad, y camina gente que observa tímidamente lo que ocurre aquí, el lugar donde no pasa el tiempo. Por primera vez siento que no es malo encallarse en este estado, no envejecer y no ir ni hacia atrás ni hacia adelante. Eso ya no importa. Lo único que nos envuelve es la atmósfera de aquel día de primavera de los años veinte, en el que, a las ocho menos cuarto, el tiempo decidió entrar aquí y tomarse un respiro con un café Bohemia entre las manos.
Te miro y me pregunto hasta qué punto puedo transmitirte todo esto que ahora pasa por mi mente. No creo que pudiera expresarlo con palabras, no creo que yo misma pudiera entenderlo. Me pregunto si tú también te has conseguido envolver de lo inexplicable, y me da tanto miedo pensar que no es así que prefiero observarte rebañar el café con la cuchara, haciendo un tintineo extraño que consigue un efecto hipnotizante.
- Fíjate. El reloj se ha parado a las ocho menos cuarto – me dices – escribe algo acerca de eso…
Entonces supe que sí, que en tu silla dejarías el mismo recuerdo imborrable que has dejado en mí. Tú, quizá eres el tiempo que guardo en secreto, quizá eres ese tintineo extraño de efecto hipnotizante.
Quizá esta sensación dure tanto como la vida misma.

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