lunes, 23 de abril de 2007

Abruma

Se entretiene leyendo un libro que le dejé. Trasladé mi casa a su nave, y llevé a ella todo lo verdaderamente importante.

Mientras, yo hablo con mi ingeniero Jose. Se empeña en que poniendo unos alerones a la nave irá más rápido. Discuto porque creo que el problema está en el motor. Nos lleva un rato. Siempre discutimos, pero no en el sentido malo de la palabra, más bien intercambiamos opiniones diferentes. Y así, crecemos.

Me quedo un rato mirando la basura intergaláctica. Mira que es sencillo reciclar y no hay manera con los marcianos.

Me indigno un rato.

– Capitana, ¿tú me entiendes?
– Perdona, estaba leyendo el manual de instrucciones de este trasto. No sé si te entiendo, no me has contado nada. Aunque creo que sí.

Soy idiota. A veces se me olvida que tenemos el mismo subconsciente. ¿cómo no iba a entenderme?

– En serio, no entiendo esta galaxia. Mi orden de prioridades es taan distinto. Y eso es taaaan agotador...
– Sí, es muy agotador ser diferente.

Me abstraigo un poco. ¡Malditos marcianos!

– Las capas de cebolla son una mierda –dice- si no has nacido con ellas, ¿por qué te las pones ahora?
– Tienes razón.
– Si buscabas a alguien que te entienda, la has encontrado.

No sé cómo lo hace, pero siempre tiene razón. No hay ningún punto en el que puedas dudar de sus palabras. Encierran la sabiduría suprema. Esa que tanto buscamos en el club 19.

Abruma. Por primera vez entiendo algunos retazos de mi vida. Es cuestión de verse reflejada, pero bien, sin grumos.

– Yo...no voy a salir corriendo porque me abrumes.

Lo digo tan bajito que apenas puedo oirlo yo...

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