domingo, 20 de mayo de 2007

La luna

Déjame escucharte.
Déjame la luna.
Yo no puedo prometerte protagonizar un susto.
Ni un cuento de los que la princesita era rescatada.

Me dan asco las perdices.

Y preocuparme demasiado por lo poco que rozamos la perfección sería de idiotas.
Rozamos lo irrisorio.,
Rozamos la luna.
Nos rozamos.

Seamos consecuentes con la pérdida de tiempo.
Todos estos años, buscando el sentido de la vida en cualquier piedra.
Abandonémonos como selvas
En un espacio abierto a la luna.

No podrán decir que somos algo que desear de vez en cuando.
Seguro que se encomiendan a algún santo al grito de “Dios nos libre”.

Y qué.
Si ellos se lo pierden, qué me importa.
Nunca serán tan fuertes como lo que sentimos al mirarnos.
No envidies a la luna, la fuerza deriva de la marea.
Somos marea.
A la deriva.
Jamás he estado más a gusto en la incertidumbre.

Tan fuerte como lo que sentimos al mirarnos.

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