viernes, 4 de mayo de 2007

Justicia.

“tú y yo, lo complicado.”
Alis


La vida es injusta, eso no es nada nuevo. La vida es injusta y huele mal cuando, un jueves por la noche, te das cuenta de que lo único que te apetece es fumar mucho en el balcón mientras cuentas los coches que pasan antes del camión de la basura, entonces la vida es vaga, lejana y abstracta y tú, una marioneta manejada por los hilos de los destinos, los horóscopos y esas cosas.

La vida es triste y aún así, los niveles de felicidad son tan fuertes como para cortar esos hilos y dejar de ser marioneta por un tiempo. Un tiempo largo en el caso de algunos afortunados, en otros, es sólo una ráfaga.

Te miro sin verte.
No puedo verte.
No puedo verte si no es dentro del mar.

No sé si es rabia. Desaliento. ¿Quizás decepción? Tormento. Tristeza. Resignación…no, yo no me resigno.

Atropéllame ipso facto.
Perdóname por suponer un dilema.

La belleza de lo simple. Tengo millones y millones de palabras hablando de eso. Aún así, todo acaba siendo demasiado complicado, y no por nadie, no por nada, es porque la vida es injusta y eso no es nada nuevo. Fíjate, vuelvo a escribir y aún así, sigo censurándome. Hay tantas cosas que quisiera decir.

Pero no fuera del agua.

Me la trae al pairo todo, y no por egoísmo, ya sabes por qué. Si no lo hago así, Crohn se ríe en mi cara. Me la trae al pairo todo menos verte mal, no me gusta la espada en tu espalda y no me gusta la pared.

No es justo. Que el universo gire en un orden extenuante y elija por mí, o elija por ti.
No es justa esta tristeza, y lo peor es que no puedes echarle la culpa a nadie, la cadena se extiende más allá de las nubes y no se divisa el principio.

Y, aunque sea por justicia divina, que se calle el mundo un solo segundo y que nos dé una tregua para mirarnos un rato más.

Un segundo sólo.
Acuoso.

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